EL SER UNO

domingo, 28 de agosto de 2011

FERNANDO MALKÚN ROJAS





Fernando Malkún el hombre y su profecía
Es más conocido en el extranjero que en Colombia. Vive entre los templos y ruinas de México, Egipto y la India. Es el realizador de la serie Las Siete Porfecías Mayas. Es un hombre de muchas vidas y muchos mundos y descansa en la laguna de Ubaque. Misterio
Su hábitat natural son las Pirámides de Egipto, los templos Vedas de la India y las ruinas Mayas en las selvas de Centroamérica. Allí se pasa más de seis meses de cada año. Otros tres meses en estudios de televisión de Colombia o Méjico. Y el resto, en su casa a orillas de la laguna de Ubaque, en un cañón profundo a espaldas de Bogotá. Conoce más de medio mundo y tiene licencia para ingresar en las cámaras secretas de templos milenarios, pero cree con toda certeza que el paraíso perdido y el gran portal de luz y quizá la esperanza para la utopía, están en Colombia, en los valles y las cumbres de este país cuyo verdor él no ha visto en ningún otro lugar de la Tierra.
Es Fernando Malkún. Es más conocido en Méjico que en Colombia. Alcanzó un notorio reconocimiento hace pocos años cuando realizó para Caracol la serie de televisión Las siete profecías mayas y La conexión Atlante. Después, para el canal de cable Infinito hizo El ojo de Horus. Series de largo aliento con numerosos capítulos, y en ellas plantea que la Atlántida estuvo situada más o menos cerca de lo que hoy son las Islas Bahamas. En la última, Imhotep, el tres veces grande, plantea que las pirámides egipcias fueron construidas con piedra hecha por el hombre, refutando, en una impresionante realización animada por computador, la teoría de que se hicieron con gigantescos bloques de piedra cortados en lejanas canteras y arrastrados por miles de esclavos. Ahora prepara una gran producción sobre los vedas, que son la esencia profunda de la cultura de la India.
Malkún cree en la reencarnación y siente que ha sido maya, egipcio y atlante. Piensa, como los egipcios, que el hombre acumula información en muchas vidas hasta que después de experimentarlo todo, comprende cómo funciona el universo y trasciende sus limitaciones y se ilumina y se transforma en un Maestro Ascendido. Enlaza el conocimiento y la información entre las culturas maya, egipcia y veda. Señala que todas las culturas orientales, incluyendo la china y la japonesa, creen que hay otras vidas, que hay reencarnación, pero que la cultura occidental la rechaza porque en el Concilio de Nicea, en el año 325, la Iglesia le preparó la Biblia al emperador Constantino como un documento oficial que establecía en qué debía creer el imperio, y excluyó libros sagrados que aceptaban la tesis de la reencarnación. “El ciclo de reencarnaciones puede tomar, de acuerdo con egipcios y mayas, entre setecientas y mil vidas. Esa cadena de vidas permite vivir millones de experiencias que producen la evolución de la consciencia, transformando un ser instintivo e ignorante en un ser sabio, humilde y gentil, que comprende cómo funciona todo en el universo…”, afirma.
Malkún, con sus estudios sobre estas tres grandes culturas, concluye que según la profecía maya, en el año 2012 se van a presentar grandes cambios, en una especie de Apocalipsis que si bien no es el fin del mundo sí es el principio de una nueva era. No visualiza un Armagedón de cuarenta mil guerreros con trompetas, como lo pronostican otros, sino una gran revolución interior donde los más avanzados hallarán la sabiduría y será imposible mentir porque al aumentar el rango de percepción de los sentidos, todos podrán ver el aura de los demás reflejando su estado interior y resaltando cuando dicen mentiras. “No creo que se suceda un caos mundial, lleno de muerte y destrucción, sino que se desencadenará una serie de eventos de destino, situaciones difíciles que harán que el hombre se enfrente a la muerte, y es en ese momento que se producirán las transformaciones interiores, las claridades que no se logran ver de manera ordinaria y que facilitan una relación armoniosa con los otros hombres”, señala.
De manera contundente explica que el hombre pasa por distintos niveles de consciencia en su proceso evolutivo hasta que llega a comprender que el universo existe por amor a la diversidad, como escuela para que aprenda a crear siempre armonía. Durante ese recorrido cambian las circunstancias terrenales de los hombres y las condiciones que marcan su destino, como los recursos, la salud, las relaciones y el lugar donde nace. Esas correspondencias producen una serie de experiencias, ante las que el hombre toma decisiones y actúa y genera resultados de armonía o sufrimiento en un sistema de ensayo y error. Y explica igualmente que todo sucede en la mente, y que en ella existen cuatro niveles: oscuridad, penumbra, luz y sabiduría. “En la oscuridad se encuentran la vergüenza, la rabia, el odio o el miedo; en la penumbra se encuentran el deseo, el orgullo, la cólera o la frustración; en la luz, la aceptación, la razón, el amor o la paz; y en la sabiduría, desde la dicha hasta la conexión absoluta con todo lo que está creado…”, afirma Fernando Malkún. 
En fin, Fernando Malkún cree en muchas cosas, menos en que se necesiten extraterrestres para construir las pirámides. Por el contrario, realizó una vasta investigación para televisión, que busca demostrar que las pirámides de Egipto existen gracias a una fórmula química para fundir piedra; que no fueron construidas por millares de esclavos que arrastraron por la arena del desierto gigantescas rocas, como en las películas de Hollywood. Malkún recogió investigaciones del científico francés Joseph Davidovits, PhD, que revelan cómo los sacerdotes egipcios descubrieron que si se desagrega roca caliza suave en agua, convirtiéndola en un barro arcilloso, y se le agrega sal de Natron y cal, se produce soda cáustica. La soda genera una reacción química que solidifica y petrifica la pasta de caliza dentro de un molde y la convierte en un bloque de piedra. Es el mismo sistema que utiliza la naturaleza en el fondo del mar para solidificar en piedras fósiles y desechos marinos, pero se acelera el proceso que en forma natural tardaría miles de años. Y con esta roca artificial se construyeron las pirámides. Lo demás es absurdo, afirma con toda certeza. Sostiene que hace menos de dos años filmó en Francia cómo se hacía un bloque de piedra de esa manera, y precisa que “esta información nos demuestra cómo se puede construir una pirámide en un momento y un lugar determinados, mediante un método sencillo y lógico, sin necesidad de extraterrestres o de explicaciones absurdas, sino simplemente con una variación de la técnica con la que se funden en concreto las placas de la mayoría de los edificios sobre la Tierra”.
Cambio de Vida
Fernando Malkún, al filo de los cincuenta años, ha acumulado en esta vida muchas habilidades. Especialmente para entender todos los manuales y saber cómo funcionan y para qué sirven todos los aparatos. Nació en Barranquilla, de doble origen libanés: su padre era del Líbano, en Oriente, y su madre de El Líbano, Tolima. En la Universidad de los Andes estudió arquitectura, profesión que ejerció por siete años. Se vinculó en Bogotá al mundo de la televisión, y con esa habilidad para entender las máquinas, aprendió por su propia cuenta a manejar las cámaras y los sistemas de edición y terminó aficionándose al video y a la publicidad, hasta convertirse en socio principal de una importante empresa productora de comerciales de televisión. Dirigió 150 comerciales de televisión y de esta manera se hizo un comunicador muy eficiente.
Aprendió todo lo que pudo sobre televisión. Trabajó como productor de televisión para Margoth Ricci, Fausto Paneso y Harvey Ocampo, hasta que un día, mirando por la ventana, se formuló la pregunta que se hacen muchos y que pocos se responden: ¿Qué estoy haciendo en la vida? Vendió sus equipos de televisión y se metió en el mundo de las computadoras. Conoció a la que sería su mujer y se hizo discípulo del Maestro colombiano Gerardo Schmedling, quien le entregó la información de sabiduría que le permitió cambiar de vida.
Entonces le propuso a Magdalena Larrota, de Caracol Televisión, cubrir en Méjico, en Chichén-Itzá, un gran encuentro de científicos y chamanes de diferentes sitios del mundo, y de allí sacó la información que dio lugar a la serie Las siete profecías mayas, vista repetidamente en toda Latinoamérica. Y comenzó a hacer historia en la televisión. Después vinieron La conexión Atlante, El ojo de Horus, Imhotep, el tres veces grande, y ahora prepara una serie sobre la India. “Una de las cosas más significativas de todo este trabajo, de estas visiones sobre los mayas o los egipcios, es que se realizaron desde la perspectiva latinoamericana, y si se quiere colombiana”, afirma Fernando Malkún.
Los Destinos
Un día pensó que era necesario comunicar en forma directa, práctica, todos esos conocimientos acumulados a otras personas. Comenzó a llevar latinoamericanos, especialmente mejicanos y colombianos, a viajes de iniciación y aventura, donde se viven experiencias trascendentes.
Ya ha realizado dos viajes de turismo guiado a Egipto, y en mayo realizará el tercero y en septiembre de este año efectuará el primero a la India. Son grupos de 45 buscadores, en un viaje de varias semanas memorables. Todas las noches, en recintos especiales, Fernando Malkún explica, con ayudas audiovisuales, lo que van a ver al día siguiente. Son conferencias magistrales de verdadera iniciación a lo más profundo de esa cultura. De esta manera, al día siguiente al visitar el lugar, la persona verifica en la realidad lo que ya conoce en la teoría. Se realizan, también en grupo, jornadas de meditación en lugares famosos del mundo por su significado espiritual. Por sus contactos y sus programas de televisión de gran repercusión internacional, Malkún y sus grupos tienen acceso a lugares vetados a todos los turistas, como las cámaras subterráneas de las pirámides de Saqqara y Keops. Igualmente en la India pueden ingresar a sitios muy especiales, como templos y lugares sagrados de meditación.
Durante estos viajes se hacen grandes amistades, se adquieren conocimientos y se viven experiencias muy profundas. Muchas personas, precisa Fernando Malkún, sienten verdaderos cambios en su vida. Después del viaje se siguen reuniendo de manera informal para intercambiar experiencias y conocimientos.
Fernando Malkún siempre regresa. Después de sus largos viajes, ya sea de investigación preliminar, de grabación o de edición, además de los de turismo especial, se toma el tiempo que le quede para refugiarse en su casa de Ubaque. Está situada en la base de un gran pico que los indígenas denominaban La Quinta Montaña, a orillas de las mansas aguas de la laguna sagrada. Desde lejos, la casa se alza como una torre de control. Allí pasa Fernando las pocas semanas de reposo que se permite cada año. Desde esa cumbre mira al fondo el cañón del río Blanco, las montañas azules, y muy cerca las aguas de la laguna. Aunque al día siguiente tenga un viaje para las pirámides o para Jaipur en la India, repite que su región y Colombia en general son lo más verde y hermoso y feliz del mundo.
Y él parece un hombre feliz -no iluminado porque iluminados sólo lo fueron seres como Jesucristo, Rama o Buda, aclara-, que hace suya la gran profecía de la esperanza humana y que Fernando Malkún precisa como la elevación del nivel de la consciencia para alcanzar un grado tal de sabiduría y virtud que constituya un mundo de armonía y felicidad. Bienaventurados los que creen, como él, que pueden vivir muchas vidas. Tal vez los desventurados sean los que no esperamos “una segunda oportunidad sobre la Tierra”.
Publicado en la Revista Diners
Escrito por Germán Santamaría





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